La internalización y la demonización (Parte 2).


En la entrada anterior me dediqué a explicar el proceso de internalización, en esta ocasión me voy a referir al proceso de demonización basándome en algunas ideas del Dr. Carl Goldberg de su título “Análisis Psicológico de la Maldad”.

La demonización es el proceso de internalización en la personalidad de aquellos rasgos, características y actitudes de desprecio y hostilidad perpetrados en primera instancia por los cuidadores, tal cómo lo señala el Dr. Goldberg; “…la malignidad es fomentada por los crueles y humillantes mensajes acerca de nuestra identidad personal que los cuidadores pueden transmitir durante los años de desarrollo; el resultado inmediato es que uno se vuelve vulnerable a nuevos desprecios por parte de otras personas.”

El autoconcepto, el autoestima y la autoimagen la logramos a partir de la interacción con nuestros cuidadores y posteriormente en las siguientes relaciones interpersonales a partir de sentirnos deseados, queridos, comprendidos y respetados. Experimentamos un sentido de confianza y seguridad cuando somos apreciados, cuando contamos con un círculo de personas que se preocupan por nosotros, nos extrañan y nos brindan su apoyo. Sin embargo, la constante hostilidad, la negligencia, indiferencia y el repetido rechazo ocasionan sentimientos de soledad, incapacidad, insuficiencia y depresión. 

Cuando un cuidador se comporta hostil y humillante suceden 3 cosas:
1- El niño experimenta angustia, los niños de 4 a 8 años de edad se encuentran en la etapa de credulidad, es decir, creen ciegamente en que las intenciones que los cuidadores tienen para ellos son lo más conveniente, la angustia proviene del desencuentro ante el rechazo que están viviendo, una persona amenazante que le desprecia, en ese sentido, el niño necesita realizar algo para solucionar la angustia que le provoca la figura de autoridad y eso lo encuentra en la idealización. La idealización constituye una negación de lo presente (en este caso la figura hostil) y la ganancia secundaria (remisión parcial de la angustia) obtenida por lo idealizado (un cuidador cariñoso, afectivo y protector), de este modo es que la persona necesita idealizar para reducir la angustia, si abandona el ideal aparece la angustia, aquí ya esta puesta la estructura de la dependencia.
2- El niño aprende a temer al agresor y también a identificarse con él, los aspectos culturales y sociales hacen una exaltación de lo fuerte, lo grande y lo poderoso. Por eso los grandes, los fuertes y poderosos dominan y acaban con los débiles, incluso hay una plena identificación colectiva con asesinos seriales, empresarios corruptos y líderes autoritarios, a nadie le interesa identificarse con lo menospreciado, ahí se va instaurando una mascara neurótica que recubrirá esa falta afectiva, esa mascara es la vía para obtener el respeto, a partir de parecerse a lo que afecta, genera conflicto y se aborrece, aprendemos a hacer lo que aborrecemos y en ese proceso tenemos que reprimir para posteriormente desplazar y proyectar. Por un lado aborrecemos a ese cuidador negligente que humilló, por otro lado hemos encontrado que el camino al afecto implica parecernos al grande, fuerte y poderoso que avergüenza y humilla. Aquí sucede la internalización del cuidador autoritario, dicho en otras palabras, el proceso de demonización.
En la demonización existe ese conflicto de quienes vivieron una infidelidad por parte de su pareja y después fueron infieles, de quienes no toleran la mentira y mienten, aquellos que jamás harían trampa y terminan haciéndolo, los agredidos se parecen a sus agresores, existen numerosos estudios que señalan que un gran numero de abusadores sexuales tienen antecedentes de haber sido víctimas de abuso, lo mismo con el tema del acoso escolar. 
El caso más reciente es el de Andreas Lubitz, un copiloto quien siempre quiso ser piloto de avión y transformó ese deseo en su máxima aspiración existencial, sin embargo tuvo algunos impedimentos; una inhabilitación por parte de su médico que ocultó a la empresa para la que trabajaba, un problema de visión y un tratamiento psiquiátrico que en conjunto a lo anteriormente mencionado ya suponía un gran obstáculo para sus planes. La inhabilitación proviene de una figura de autoridad que es una referencia a un cuidador; el médico, por otra parte, el piloto era otra figura de autoridad para él, Lubitz anhelaba ser el piloto, existe una versión que señala que Lubitz iba a ser despedido en esa semana. Cuando el piloto sale de la cabina, en ese momento Lubitz queda al mando y en breve se transforma en esa figura que tanto anhelaba, sin embargo lo que emerge es el resultado de esa fractura en su estructura psíquica, un “píloto” que bloquea la puerta y que de esa misma manera bloquea las aspiraciones existenciales de la tripulación y los pasajeros, desnuda a la empresa que le rechaza y los exhibe, aquel que fue bloqueado en esta ocasión bloquea. 
3- La internalización ha sido completada, en el interior de la persona se encuentra ese demonio que lo hace fuerte y hostil como las personas a quienes aborrece, sin embargo ese es su camino para poder ganarse el afecto y el respeto. Se interioriza al cuidador ideal, sin embargo, se anhela la figura del cuidador real y la manera de poseerle es a través de incorporar los rasgos de referencia (hostilidad, rechazo, intimidación), la mejor manera de convivir con ese cuidador ideal es a través de la incorporación a la personalidad de los rasgos del cuidador real.

“No podemos hacer mal a los demás sin hacérnoslo a nosotros mismos.” Joseph Francis Desmahis.


“Un día haré algo que cambiará todo el sistema y entonces todos conocerán mi nombre y lo recordarán.” Andreas Lubitz.  

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