Sobre las redes sociales y el afán de notoriedad.
Mucho se habla del vínculo solido y permanente entre las redes sociales y el postureo, ese espacio virtual que a punta de teclas nos permite comenzar a construir una realidad paralela a modo, así formamos un discurso en donde identificamos a los buenos, los malos, el funcionamiento del mundo, en donde en ocasiones somos héroe, en otras mártir pero nunca villano, por eso la autoreferencia es persistentemente apologética, sin embargo así nos construimos y así nos sostenemos, cada día cargamos con ese síntoma llamado Yo. La fotografía aderezada en lo escenográfico permite mostrar una pieza condensada de la especulación del éxito, el bienestar y la felicidad. De ahí que las miles de imágenes optimistas, aspiraciones y emotivas no sincronizan con las cifras del “burnout” laboral, trastornos ansioso depresivos, adicciones, familias disfuncionales y demás. Las redes sociales aún van más allá, no solo asimilamos un espacio real, de hecho, eso que consideramos como real es una imaginer