La internalización y la demonización (Parte 1).

Los mecanismos de defensa son aquellas estrategias inconscientes que consisten en proteger al Yo de toda idea, situación, emoción o sentimiento conflictivo, también pretenden amortiguar el impacto de la realidad sobre el Yo, en ocasiones los mecanismos editan y distorsionan la realidad para cumplir con la prioridad de proteger la imagen yoica.

“No se que le apreté y se apagó la computadora y ya no funcionó”.

En esa frase tan común podemos analizar la actividad de los mecanismos defensivos en donde se protege al Yo, ese incidente ocurre involuntariamente (“No se que le apreté…”), posteriormente la computadora adquiere un rol de responsabilidad (“…se apagó y ya no funcionó”). El Yo quedó a salvo de cualquier presunción de ineptitud e impericia.

La clave es poder identificar aquello que genera conflicto en cada persona, eso depende de su experiencia en la crianza y el grado de internalización de las figuras de seguridad.

En este caso a menor grado de internalización de las figuras paternas mayor dependencia a figuras simbólicas (Médicos, pareja, docentes, líderes religiosos, entre otros).

La experiencia de la internalización no necesariamente representa un camino asegurado hacia el equilibrio psíquico, de hecho la internalización juega un papel importante en el proceso de moralización, fanatismo y fundamentalismo, lo explico de la siguiente manera:

1- La gente que va a la iglesia los domingos es buena.

2- Yo voy a la iglesia los domingos. (Personalización).

3- Yo soy bueno. (Internalización).

4- La gente que no va a la iglesia los domingos es mala. (Sombra).

5- En comparación a la gente que no va a la iglesia los domingos yo soy mejor persona. (Superioridad).

6- Yo soy buena persona porque voy a la iglesia los domingos (narcisismo maligno).

Aquí podemos ver que la internalización juega el papel de regular el autoestima del que simpatiza con una idea; la adhesión a esa idea es irracional cuando se internaliza, es decir, no hay manera de debatir una idea con una persona que ha internalizado y convencerla de lo contrario, hacerlo implicaría que la persona renunciara al autoestima sintético que se ha generado por la comparación fantasiosa con el otro. (“Soy mejor que el otro porque yo sí voy a la iglesia los domingos”.)

Entre las personas que han internalizado sus ideas nos encontramos con:

1- Personas racistas.

2- Fanáticos religiosos.

3- Fundamentalistas puritanos.

4- Fanáticos de algún equipo o algún artista. En el caso de los fanáticos de algún equipo internalizan sus victorias y sus fracasos, en el caso de los fanáticos de los artistas internalizaron el comportamiento, la actitud, las ideas y el atuendo del ídolo.

5-  Partidarios de algún movimiento político en donde intereses particulares se transforman en intereses masivos. 

La internalización aparece como un proceso defensivo ante las exigencias de obediencia indiscutible hacia las figuras paternas, el padre autoritario es un sujeto hostil que dicta la enseñanza del bien, y esas enseñanzas deben incorporarse por la fuerza. El padre autoritario no pretende que el hijo piense, supone que el hijo no posee esa capacidad y el afecto está condicionado a entregarse solo cuando el hijo actúa con docilidad y se asemeja a lo que el padre pretende hacer de el. En ese caso el niño crece internalizando las experiencias asociadas al “bien” instituido por las figuras paternas, sin embargo carece de una pieza fundamental que es su sentido de autoconcepto y es debido a eso que necesita adherirse a figuras simbólicas que sustituyan a las figuras paternas.

El rol fundamental de los padres antes de los 7 años es de protección, seguridad, afecto y brindar orientación a sus hijos para afrontar las complicaciones de la vida, orientadores a través de la verbalización y del ejemplo, por lo que los hijos van creciendo y la voz externa que orienta, advierte y anima se vuelve interna, ahí tenemos una adecuada incorporación de las figuras de seguridad a la estructura yoica del individuo, justo ahí el individuo se vuelve responsable, capaz de hacerse cargo de si mismo como si fuera cuidado por sus padres, de hecho, Freud (El chiste, 1905), menciona que el sentido del humor en las personas es el fantasma de la figura paterna/materna que consuela en los momentos más trágicos.