La autenticidad en el arrepentimiento y el perdón.

Si una persona comete una falta y dice estar arrepentida notarás en su discurso: 
1- Total aceptación de que hizo algo indebido, asume la responsabilidad. 
2- Empatía: "Me duele que debido a lo que hice te provoqué daño, eso me lastima". 
3- Cambios conductuales que acreditan que la persona está dispuesta a cambiar. Con el tiempo notarás si la persona ha dejado esa práctica que ha causado dolor. 
      
Recuerda que no puedes perdonar a quien no está arrepentido (a). La transformación sucede cuando dos situaciones ocurren, primero el arrepentimiento y luego el perdón. Sin arrepentimiento no hay perdón, sin perdón no hay transformación. 
Si la persona dice estar arrepentida y justifica su acto indebido no hay autenticidad en su arrepentimiento. "Lo hice por qué tu me provocaste”. 
Si la persona acepta totalmente que hizo algo indebido pero no hace cambios conductuales, el perdón queda en "obra negra". No sirve, no funciona, no podrás alcanzar la restauración.
Quien comete una falta que provoca un daño significativo en la calidad de vida de la persona o atenta parcial o totalmente contra su bienestar físico y mental debe tomar en cuenta que:
- Necesita aceptar totalmente la responsabilidad sobre lo que provocó. 
- Comprender las manifestaciones de dolor de la persona que afectó y evitar ponerse a la defensiva. 
- Dar evidencias claras de que está cambiando y pueden restaurar su relación, ha aprendido y es el afecto que le hace aceptar el daño que cometió y el dolor que provocó. Llenar un envase de refresco con cloro, no hace que el cloro se beba. Así es el arrepentimiento sin perdón, así es el amor sin evidencias. Solo una etiqueta con un contenido nocivo.
Una persona arrepentida:
-Acepta.
-Se duele.
-Compensa.
-Restituye.
-Desea restablecer la dinámica de la relación, una vez hecho, la relación mejora.
Si alguien ha cometido una falta grave en tu perjuicio necesitas:
- Hacerle saber a la persona que lo que ha hecho es indebido. 
- Hacerle saber que te ha dañado. 
- Poner un alto a la relación, después del daño hecho la relación no puede ser la misma.
Si no señalas lo que te genera malestar, tu interlocutor piensa que lo que hace está bien. 
Si no mencionas que lo que hizo te provoca dolor, tu interlocutor piensa que lo que hace no te afecta. 
Si no pones un alto a la dinámica de la relación y no te tomas un tiempo para que la persona demuestre que ha cambiado, tu interlocutor considera que no es grave lo sucedido.

Ante una falta grave, hacer como que no pasa nada (tanto en el agresor como en el agredido), complica la situación, fractura profundamente la relación.
El perdón es benéfico en su totalidad. Quien se arrepiente es sabio e inteligente, aprende. Quien considera que no se ha equivocado y que todo lo hace bien, esta bloqueado por sus propios mecanismos defensivos, su YO es débil. Quien se arrepiente fortalece su YO, se requiere autoestima para hacerlo.
Quien se arrepiente es hábil, es capaz y es sabio. Decía Maimonides ¿Quién es un santo?, ¿Quién no ha pecado o aquel que pecó y supo regresar? Ese que sabe regresar y perfeccionarse es el que se arrepiente.
Quien otorga el perdón es tolerante, misericordioso y puede perfeccionar al otro. Se libera de veneno y amargura. La palabra misericordia es una palabra compuesta del latín Miseria-Cordialis, el sentido de la palabra implica transformar la miseria en cordialidad, eso logra hacer quien perdona.
Hasta el silencio y la distancia de quien sabe amar es medicina para el negligente.

Si te equivocaste arrepiéntete, acepta, comprende y cambia. Si vas a perdonar una falta grave recuerda que necesitas tiempo para que la persona haga conciencia y muestre evidencias de cambio, esto le restaurará. Con tus limites le ayudas. 
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