PROFUNDIZANDO: El origen del monstruo.

Resultado de imagen para centauroLa palabra monstruo viene del latín monstrum, esta palabra se deriva del verbo monere que significa advertir. El contexto hace referencia a que el monstruo es una advertencia de los dioses, un mensaje, un recordatorio, de ahí proviene la palabra mostrar. Así que el monstruo es una muestra, una advertencia sobre aspectos esenciales acerca de nuestra naturaleza.
Un ejemplo es el centauro, era una criatura mitad humano y mitad caballo ¿Era esta una manera de describir a los primeros guerreros que ejercían sus tropelías en diversas poblaciones montados en sus caballos? Y es que el monstruo no solo es una advertencia, también es una degeneración, se trata de un ente que conserva algunos rastros de humanidad aunque lo sorprendente y aberrante es que su comportamiento le transforma, le desvirtúa, le aleja de lo humano y le acerca a adquirir esa forma incomprensible pero que sin dudarlo es algo no humano.

Para precisar, los centauros son una representación simbólica de un conflicto que nos alcanza hasta el día de hoy: la lucha entre nuestros bajos instintos y el comportamiento civilizado que garantiza un grado de estabilidad y paz social.

El monstruo como producto del poder.
El discurso que proviene desde el poder nos dicta una serie de características de lo que debería de conformar a un ciudadano deseable, es decir, aquel que estudia, trabaja, paga impuestos, sale a votar e incluso se transforma en una persona que no debe ocultar  absolutamente nada a su gobierno, a su iglesia o a los demás, por lo tanto, todos aquellos grupos que influyen en nuestra crianza y formación educativa nos van colocando esos moldes de lo que debemos ser, esos grupos que influyen son nuestros padres, la escuela, la iglesia, el gobierno y nuestras amistades, generalmente ese patrón forma un estereotipo, pero también conforme se va construyendo un modelo de virtud, también se va formando una sombra; mientras en el modelo de la virtud hay un ciudadano que estudia, en el modelo de la sombra hay un ciudadano que no estudia y es así como se van creando los monstruos, los monstruos son las sombras de la virtud. Es decir, si alguien está imposibilitado en conseguir ajustarse al molde de la virtud inevitablemente se convertirá en un monstruo. Hay casos en donde los monstruos son accidentes, resultado de la ineficiencia de las estructuras de poder, pero en la mayoría de los casos los monstruos son producidos intencionalmente, nacen desde las mismas estructuras de poder.

A lo largo de la historia el poder ha perfeccionado sus métodos de dominación y control social, desde la brutalidad, la doctrina del miedo, la propaganda y la sofisticación de sus métodos en donde el entretenimiento juega un papel principal.

Para gobernar había que otorgar legitimidad al dirigente, la legitimidad de los primeros gobernantes residía en su autoproclamada naturaleza divina, ellos se mostraban frente a su pueblo como dioses, estos dioses no trataban de manifestar las características del teísmo antropomórfico (dioses similares a los humanos que compartían un interés por el sentido de la justicia y la igualdad entre otras cosas), más bien estos dioses se parecían más a esas deidades primitivas que eran una condensación de elementos de la naturaleza, por ejemplo, fenómenos como la muerte, la guerra y elementos totémicos centrados en las bestias. Este teísmo provocaba temor, a estos dioses había que calmarles la ira, hacerles ofrendas y complacerles con el fin de evitar un castigo, estos dioses no eran paternales. Así, los primeros gobernantes buscaban parecerse más a este tipo de deidades, se alejaban cada vez más de la naturaleza humana, no pretendían lucir como el resto del pueblo, preferían asemejarse a dioses temibles, en ese sentido los primeros monstruos que se desvirtuaron negando su naturaleza humana fueron los gobernantes.

Todo empezó con la revolución agrícola.
La revolución agrícola cambió el sentido de la humanidad, fue cuando el hombre dejo de estar a merced de las condiciones climáticas y descubrió el poder de manipular la tierra para beneficiarse de ella, abandonó el nomadismo, se estableció, se apropió de la tierra y perfeccionó herramientas. Al apropiarse de la tierra inventó la propiedad privada, se apropió de la comida y de grupos de nomadas hambrientos, así empezó la esclavitud como una de las organizaciones de trabajo más primitivas. Cuando esos hombres se apropiaron de la comida también se apropiaron de las necesidades de los demás, se habían apropiado de su vida, el hombre había triunfado sobre la naturaleza, había comido del fruto prohibido sin ser expulsado del paraíso, el hombre había dejado de ser humano para ser dios, el hombre había conocido el poder. 

El hombre que se había encargado de despojarse de su humanidad ahora había encontrado el poder, pero con su descubrimiento también se formó una necesidad de poder, lo que en esencia es la gran debilidad del poderoso. Para ser capaz de ejercer el poder se requiere dominar a otros, para eso se necesitan seguidores, algunos que sean útiles para legitimar el ejercicio de su poder y otros que simplemente le teman.

Por eso el poderoso necesitaba artificios ornamentales que le presentaran como un ser no humano, en este caso como un dios, así como historias fantásticas sobre sus grandes hazañas narradas y distribuidas por gobernantes de segunda linea, en este caso sacerdotes y profetas. El papel del sacerdote y del profeta era educar desde lo macro social para que las nuevas generaciones admiraran, temieran y obedecieran a sus autoridades. También los poderosos con el afán de negar cualquier rastro de humanidad requerían diferenciarse de los demás, de ahí su compulsión por la opulencia, los grandes palacios y edificaciones monumentales. Todo esto era construido por los esclavos. 
Los poderosos necesitaban expandir su territorio mediante la organización de ejércitos, elaboración y distribución de armas y constantes operaciones de intimidación para saquear tribus nómadas y ciudades opositoras, conforme triunfaban expandían su territorio, su control de la comida y su número de esclavos, así se formaron los grandes imperios.

El número de esclavos permitía grandes planes para seguir expandiendo su imperio y sus ornamentos, muchos gobernantes se volvieron verdaderamente temibles. La brutalidad y la barbarie exhibida públicamente sirvió como herramienta de control social, ahora el poderoso se había convertido en un regulador moral que todo lo podía ver y escuchar. 

Para lograr la eficiencia de su vigilancia hizo uso de la lealtad de sus ministros, de sus docentes, sacerdotes, generales, guardias y cualquier escala de poder existente. Estos ministros constituían la legitimidad del poderoso y ellos comenzaron a administrar los códigos éticos de sus poblaciones, así surgieron convenios para que esas cúpulas de poder administraran la información, aunque exigieran de su población el hábito de decir la verdad en todo momento y bajo cualquier circunstancia, de ahí el éxito de los confesionarios. Debido a la exitosa implementación de estos códigos éticos la gente comenzó a sentirse orgullosa por su honestidad, de contar sus más íntimos secretos, sus intenciones y sus pensamientos al sacerdote en turno. Así nacieron los valores como ejercicio de control social. 

Por eso podemos afirmar que al poderoso no le interesa la igualdad, esto le restaría poder, esto le humanizaría y la humanidad es lo que le atemoriza. Por eso el poderoso necesita favorecer la desigualdad, a través de ella puede gobernar para cómplices y para esclavos. Para nutrir la desigualdad por ejemplo, hay que provocar la pobreza, la fragmentación de la sociedad en clases: los que importan y los que no. No solo hay que generar una desigualdad socioeconómica, también hay que provocar una desigualdad intelectual, entre los que si pueden saber y los que no, pues el conocimiento también es poder, incluso cuando se le usa para conducirse a causas estériles e intrascendentes como el culto al individualismo.

El acceso al conocimiento es controlado y administrado de tal forma que incluso posgraduados con acceso a conocimiento especializado se sienten incapacitados frente al desempleo y afirman subyacentemente su dependencia a las empresas que le pueden otorgar un empleo. Esto también es un efecto de la desigualdad intelectual. 

También hay una desigualdad alimentaria, hay quienes acumulan grandes cantidades de alimento y hay quienes no tienen acceso a una canasta básica. 

Estas desigualdades provocan vulnerabilidades económicas, intelectuales, en la salud y favorecer una dependencia de los poderosos. 
También existe la desigualdad moral que se promueve desde las estructuras de poder y sus voces macro y micro sociales. Por eso se le teme y se experimenta repugnancia hacia los individuos que que se comportan de manera contraria a la expectativa de los ideales sociales establecidos, pues su comportamiento los torna en seres despreciables. El grupo social le teme a adquirir las características de los individuos repugnantes, pero también se les teme a ellos, no es tan temor como el que se experimenta por los poderosos, es un temor relacionado al asco y a la repugnancia.  Así los gobernados manifiestan un evidente rechazo hacia los despreciables que no han alcanzado un estatus económico, intelectual, alimentario y moral. Unos gobernados menosprecian a los demás por temor a volverse iguales, huyen de esos vulnerables y prefieren identificarse con los poderosos. Mientras tanto los vulnerables se nutren del abuso de los poderosos y del rechazo de los demás, esa desigualdad provocada intencionalmente les desvirtúa y les deforma, se transforman en el deseo manifiesto del discurso del poder: apropiarse, volverse temibles aunque nutridos de un enorme resentimiento social, así nacen los monstruos. 

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