¿Por qué caemos mal? Parte 1.

Primero que nada debes saber que no le vas a caer bien a todo mundo y esto es perfectamente normal, las personas somos diferentes y no todos vamos a encajar con todos (lo cuál no significa que no podamos vivir en armonía los unos con los otros).

Las habilidades sociales.
Cuando no hemos desarrollado habilidades sociales manifestaremos algunas características como las siguientes:
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  • Manifestar una excesiva emotividad. Esto implica no respetar la distancia corporal con otra persona (proxémica), ni mantenemos una distancia psicológica adecuada, esto provocará que la persona sea percibida como “confianzuda” o “agresiva” y esto terminará resultando una experiencia desagradable.
  • Ser monotemáticos.  La persona habla de lo mismo una y otra vez, no tiene otro tema de conversación y si se combina con la siguiente característica la interacción se volverá un verdadero martirio.
  • Que la interacción se vuelva un monólogo. La persona suele apoderarse del tema de conversación, habla de sus ideas, sus planes y sus experiencias descartando totalmente la participación de su interlocutor y cuando éste participa la persona atrae el tema hacia sí misma. 
  • La critica, la queja y la indiscreción. Cuando la interacción con el otro se transforma en un cumulo de situaciones enfocadas a denostar al otro, revelar intimidades de los demás o quejarse sin haber establecido pautas de confianza, la interacción se tornará desagradable.
  • No hay autoafirmación y falta la sincronicidad entre el discurso y el lenguaje corporal. La autoafirmación es la capacidad de expresar lo que se piensa y se siente con eficiencia en el mensaje sin caer en la rudeza social. En muchas ocasiones la gente por intentar ser amable o cordial tiende a silenciarse para “no incomodar” con sus ideas y cuando lo llegan a hacer no existe una sincronía entre lo que se dice y cómo se dice, con esto se pueden enviar mensajes confusos y existir malas interpretaciones por parte de los interlocutores. 

Hay que considerar que hay aspectos ajenos a las habilidades sociales que están relacionados con provocar antipatía a rechazo. Por ejemplo, nuestro cerebro es una gran base de datos que sirve para formar representaciones para que tengamos una visión simplificada de todo lo que nos rodea. Generalmente estas representaciones suelen ser correctas, es una adaptación ancestral que nos ha permitido almacenar  en nuestra memoria patrones de comportamiento, experiencias y anécdotas que las asociamos formando clasificaciones, tipos y representaciones de las personas que nos rodean. 
En nuestro cerebro la ínsula anterior juega un papel crucial con emociones básicas como el miedo y el asco, emociones cuya mezcla está relacionada con el rechazo a otras personas.


De acuerdo a estos parámetros establecidos por nuestra base de datos cerebral que conforma nuestra representatividad será sencillo rechazar (miedo/asco) a las personas que nos dan la impresión de contaminación (falta de aseo, suciedad), aquellos que nos recuerda nuestra naturaleza animal (sangre, enfermedad, irracionalidad) y repulsión ante aquello que juzgamos inmoral. En el siguiente post estaré hablando de los aspectos psicológicos importantes como la referencia simbólica y la proyección. 

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